Los exploitation films (literalmente, films de explotación, aunque en castellano sería más correcto hablar de películas sensacionalistas) buscan captar la atención del espectador a partir de elementos bastante básicos pero efectivos -sobre todo para la platea masculina-, como un tiroteo o un par de tetas. Pero algunas películas lograron, sin traicionar esa premisa, ir mucho más allá. Estos son dos casos notables.
En el Bazofi, que comenzó el fin de semana pasado y continúa el próximo, se exhibió la película española Coto de caza (1983), de Jorge Grau, que curiosamente se estrenó en Argentina como Cazadores nocturnos. Podría inscribirse en el subgénero del rape & revange (alguien es víctima de un crimen brutal y se venga con más brutalidad aún), aunque en realidad no hay una violación y lo que ocurre luego no llega a ser una venganza. Lo que la despega de la mayoría de las porquerías similares es que, sin renunciar a la sordidez habitual de este tipo de películas, intenta sobre todo ser reflexiva.
Aquí una abogada progre (Assumpta Serna) que defiende a delincuentes sufre el ataque de una banda que en un intento de robo asesina a su marido. Lo interesante del planteo es que pone en un pie de igualdad el sufrimiento de esta mujer con el de la madre de los ladrones. "La propia sociedad es la culpable de la inseguridad ciudadana, que empuja a los hombres al delito deslumbrándolos con el señuelo del éxito, del confort, del consumo, y que por otro lado les cierra el paso a los puestos de trabajo", dice la abogada en el comienzo. Toda la historia transcurre en medio del éxtasis consumista de las Fiestas de fin de año, y no es casualidad que dos momentos importantes transcurran en un supermercado y en un shopping. En la brutal escena final hay algunos planos gratuitos que desnudan su espíritu exploitation, y para muchos sería fácil y hasta cómodo tildarla de reaccionaria. Pero las cosas -como en El vengador anónimo, otra película bastante incomprendida- son mucho más complejas de lo que aparentan. En este sentido, sería interesante juntarla en un doble programa con La caza (1966), obra maestra de Carlos Saura.
La New World Pictures de Roger Corman produjo varias buenas películas durante los setenta, pero Jackson County Jail (1976), dirigida por Michael Miller y que en Argentina se estrenó una década más tarde como La prisión de la violencia, debe ser una de las mejores. Es la historia de una mujer (Yvette Mimieux) que en una tarde pierde su trabajo por culpa de un jefe machista y es abandonada por su marido infiel, y decide viajar de Los Angeles a Nueva York para recomenzar su vida. En su recorrido por las profundidades de Estados Unidos enfrentará todo tipo de problemas y entablará a la fuerza una extraña relación con un malandra (Tommy Lee Jones, en uno de sus primeros roles importantes).
La película cumple con todos los tópicos del cine de Corman de la época: cada quince minutos hay una persecución, un tiroteo, una explosión o una mina en tetas, elementos de impacto que buscaban mantener la atención del espectador. Pero La prisión de la violencia logra trascenderlos o, mejor, ponerlos al servicio de una historia salvajemente política. Una mirada pesimista y descarnada sobre un Estados Unidos que celebra su bicentenario mientras la Policía dispara sin escrúpulos sobre las multitudes. "No hay nada malo en ser un ladrón. Todo el mundo roba", dice en un momento el personaje de Tommy Lee Jones. "¡Van a matarte!", le advierte la mujer más adelante. "No importa, yo nací muerto", responde, en lo que serán sus últimas palabras.
En el momento de su estreno la película entusiasmó a críticos como Vincent Canby y Roger Ebert, algo inusual para una producción de Corman. Hace unos años fue reeditada en DVD, por lo que no es difícil conseguirla. Además, la Filmoteca Buenos Aires conserva una copia en 35mm que cada tanto se proyecta en el Malba, como ocurrió el viernes pasado. ■
Hello Team:
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Respectfully,
Gary Bookman
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