El viernes a la noche fui a ver Spam, de Rafael Spregelburd. Mi ignorancia respecto al teatro (debe ser la quinta o sexta vez que voy en mi vida) y mi amor por el cine creo que me impiden encontrar referencias más precisas. Pero de a ratos la obra me recordó al Godard de Film socialisme, con su recorrido por un Mediterráneo devastado por -digamos, simplificando un poco- la sociedad de consumo; en otros a Policía, adjetivo, de Corneliu Porumboiu, por la inteligencia para reflexionar sobre las palabras; a Perdidos en Tokio modificada por el traductor de Google. También hay algo -quizá la comparación más obvia y superficial- de Memento.
Hay mucho de cine en Spam -incluso una breve e ingeniosa "película", cargada de suspenso, que se representa en vivo- pero está lejos de ser un pastiche pop repleto de citas. Es una obra originalísima, divertidísima, inteligente, que mira con agudeza toda la "basura" que nos rodea; más de dos horas vertiginosas, que parecen 20 minutos y se disfrutan a pleno. El alocado calendario avanza y uno quisiera que los meses tuvieran 60, 90, mil días y quedarse a vivir en el teatro. Una de las experiencias más gratificantes y sorprendentes de mi vida como espectador. ■
> Spam se puede ver los jueves y viernes a las 21 y los sábado a las 16.30 hasta el 13 de septiembre en el teatro El Extranjero (Valentín Gómez 3378). A partir del sábado 20 volverá con funciones los viernes y sábados.
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