Internet está plagada de listas cinéfilas. Entre ellas suelen abundar las vinculadas al cine de terror, y en particular las que intentan rescatar películas algo olvidadas. Cosas del tipo
Best Unknown Horror Movies o
Scariest Films You've Never Seen. El problema es que a veces esas listas incluyen películas como
El ente o
El intermediario del diablo, que cualquier seguidor del género que se precie debería conocer. Entonces decidí armar este post, con films realmente poco vistos.
Para establecer un criterio de selección, sólo incluí películas que tengan menos de dos mil votos de usuarios en la
Internet Movie Database. El tope es un poco arbitrario, porque el
users rating es más preciso para determinar popularidad cuando se aplica al cine estadounidense que al del resto del mundo. Pero al menos sirve para tener una idea de qué tan conocida -o, en este caso, desconocida- es una película. No pretendo descubrir obras maestras olvidadas, pero al menos intentar darle alguna visibilidad a films que merecen más reconocimiento del que tienen (al menos fuera del circulo de los seguidores más
hardcore del género).
No todos los títulos pertenecen al terror puro y duro, sobre todo si tomamos la definición del género que lo vincula con lo sobrenatural. Algunos estás más cerca del
thriller, otras del drama psicológico. Pero todos incluyen claros elementos del cine de terror. En última instancia, el género también puede definirse por el efecto que pretende generar en el espectador. Y las diez películas mencionadas abajo -en un orden aproximado de preferencias- intentan aterrar, estremecer o al menos perturbar. Y lo consiguen.
10. The Witch Who Came from the Sea (1976), de Matt Cimber
Esta historia de una mujer atormentada por los abusos que sufrió en su infancia tiene algunas características del mejor cine estadounidense de los setenta: libertad formal y ambigüedad narrativa. Todo empaquetado dentro de las limitaciones del bajo presupuesto y cierta intención
exploitation que el director ya había explorado en obras anteriores (como el documental porno
Man and Wife, que cada tanto exhiben en el
Malba). El resultado es extraño pero convincente.
The Witch Who Came from the Sea apenas era recordada -aunque muy poco revisitada- como una integrante de los infames
video nasties británicos. Pero como señalaron en
Slant Magazine, la película puede verse hoy como una precursora -bastante superior- de
Under the Skin.
9. Dark Waters (1993), de Mariano Baino
Luego de la muerte de su padre, una joven inglesa decide viajar a un convento ubicado en una remota isla del Este europeo con una doble intención: indagar sobre su infancia (ella nació allí) y saber por qué su padre les donaba dinero a las monjas que manejan el lugar. Esta curiosa coproducción ruso-británico-italiana, filmada en Ucrania poco después de la caída del muro y hablada mayormente en inglés, es más una sucesión de grandes secuencias que una historia. Cada escena parece una digresión para crear fascinantes y extrañas atmósferas más que un modo de hacer avanzar la historia. Y muchas de las imágenes de
Dark Waters son tan potentes e imaginativas que poco importa que, de a ratos, se haga algo difícil entender qué corno está pasando o por qué los personajes hacen los que hacen.
8. Dance of the Damned (1989), de Katt Shea
El punto de partida es extravagante: el encuentro, durante una sola noche, de una stripper que piensa en suicidarse y un vampiro que planea matarla pero antes quiere saber qué se siente al estar bajo la luz del sol. Se trata de una pequeña joya lamentablemente olvidada, que cruza con inteligencia el terror y el drama existencialista. La directora, Katt Shea, era una actriz del montón que decidió empezar a encarar sus propios proyectos y convenció a Roger Corman de que le diera una oportunidad.
Dance of the Damned (literalmente, "Danza de los condenados") nunca tuvo edición en DVD, y en Argentina se la pudo conseguir en VHS con el mentiroso título de
Drácula vuelve de la tumba. Hay una remake muy inferior,
Durmiendo con un vampiro, producida en 1993 y que aquí es más conocida que la original porque solía programarse con frecuencia en las trasnoches de I-Sat a fines de los noventa.
7. Laurin (1989), de Robert Sigl
En un indeterminado pueblito europeo de principios de siglo, una mujer muere en lo que parece ser un accidente. Entonces su pequeña hija Laurin, de 9 años, comienza a sufrir pesadillas que le sugieren que se trató de un asesinato. Y la llegada de un misterioso militar retirado para hacerse cargo de la escuela del lugar no hace más que enrarecer las cosas. A partir de este disparador, el alemán Sigl construyó un perturbador
coming of age que parece beber de fuentes tan diversas como
Vampyr, de Dreyer, el terror gótico, los cuentos de hadas y las primeras obras de Herzog.
Laurin se filmó con dos mangos en Hungría, y su elenco cuenta con un buen número de actores no profesionales. Pero éstas y otras limitaciones, aunque a veces visibles, no limitan la potencia de la película.
6. Next of Kin (1982), de Tony Williams
Alguna vez Quentin Tarantino, fan declarado del cine de explotación australiano (
ozploitation para los amigos), comparó a esta película con
El resplandor. Exageró, pero no tanto. Aquí también hay una mansión tenebrosa, que no es un hotel sino una casa familiar convertida en asilo a la que llega la hija de la fallecida dueña. Hay recursos visuales sencillos pero ingeniosos, más suspenso que sorpresa y un
score electrónico de Klaus Schulze que por momentos parece disociarse de las imágenes. Con todo esto, Williams construyó un clima que se va enrareciendo paulatinamente hasta desembocar en un desenlace a todo trapo, que culmina en una toma final de extraordinaria y sutil belleza.
5. The Damned House of Hajn (1988), de Jiří Svoboda
Un hombre de negocios de Praga se enamora de la hija de una familia aristocrática venida a menos. Se casan, se van a vivir juntos a la maldita mansión del título y de a poco comienza a desatarse la locura. Con un estilo visual agobiante (la insistente cámara en mano casi no se despega de los personajes), Svoboda narra la historia de la decadencia de las clases pudientes y de un hombre, el protagonista, condenado a la cordura en medio de la demencia familiar.
The Damned House of Hajn -también conocida en inglés como
Uncle Cyril- podría situarse en el terreno del drama psicológico, pero hay un sugerido elemento sobrenatural que empuja todo hacia el horror.
4. White of the Eye (1987), de Donald Cammell
Cammell filmó poco pero bueno antes de llevar el caño a su sien apretando bien las muelas:
Performance,
La generación de Proteo.
White of the Eye, su tercera película, es la historia de una pareja de un pueblito de la desértica Arizona cuya aparente felicidad se rompe en mil pedazos cuando el esposo aparece como sospechoso de una serie de crímenes. Se trata de un
thriller con elementos de horror (y alguna muerte muy a lo Dario Argento, como muestra la imagen) que sobre el final se acerca al cine de acción. Y aunque la trama puede parecer medio simplona, se mantiene sólida gracias a una puesta en escena estilizada, una atmósfera opresiva, el uso insistente pero preciso de la Steadicam y la música de Rick Fenn y Nick Mason. En Argentina fue editada en VHS con el título de
Sudor frío.
3. Variola vera (1982), de Goran Markovic
En un hospital de Belgrado se detecta un caso de viruela, y todos los que están adentro (médicos, enfermeras, pacientes, incluso un vendedor de libros) deben guardar cuarentena.
Variola vera es una película de epidemias, más cerca del ascetismo de
La amenaza de Andrómeda que del espectáculo de
Contagio. Pero tiene tantos elementos del cine de terror que bien podría considerarse dentro del género: la música, los climas, las tensiones de los personajes en el encierro, los enfermos que acechan por el hospital casi como zombis. El serbio Goran Markovic volvió a apropiarse de muchas convenciones del horror unos años más tarde para narrar la historia de un trastornado profesor de piano (y quizá la historia misma de Yugoslavia) en
Déjà Vu (1987), otra buena y no muy conocida película que bien podría integrar esta lista.
2. Messiah of Evil (1973), de Willard Huyck
Una mujer viaja a visitar a su solitario padre a un pueblito costero de Estados Unidos. Pero cuando llega no lo encuentra, y en base a un desconcertante diario que él dejó -especie de travesía personal hacia la locura- comienza a buscarlo.
Messiah of Evil debería figurar entre las grandes joyas del terror estadounidense de los setenta, pero luego de un estreno con escasa repercusión la película se consideró perdida y apenas sobrevivió en pésimas ediciones en VHS. Recién en 2008 fue restaurada a partir de una copia en 35 mm y editada en DVD, lo que permitió redescubrirla en todo su esplendor. Los climas, el uso del espacio, los encuadres en scope, la banda sonora, los silencios y dos escenas de asesinatos notables (la primera, en un supermercado, se adelante a lo que luego profundizaría magistralmente George Romero en
El amanecer de los muertos), entre otros aciertos, se imponen largamente por sobre algunas torpezas narrativas y baches del guión. Una obra maestra del cine de zombis moderno.
1. Star Time (1992), de Alexander Cassini
El recorrido de esta película fue cruelmente breve: se exhibió en el festival de Sundance, tuvo unas pocas funciones de medianoche en un puñado de ciudades estadounidenses y luego fue a morir al VHS. Tremenda injusticia, porque
Star Time es una gran obra que Jonathan Rosenbaum, siempre lúcido,
definió como una cruza entre
El rey de la comedia y
Henry, retrato de un asesino. Un joven perturbado por la cancelación de su
sitcom favorita decide suicidarse. Pero cuando está parado en la cornisa, a punto de saltar, aparece un misterioso personaje que le ofrece la posibilidad del estrellato: todo lo que debe hacer es salir a matar. Filmada con un presupuesto bajísimo y un elenco casi desconocido,
Star Time es una mirada feroz sobre la televisión y su influencia que hoy, más de dos décadas después, quizá sea incluso más elocuente. Se apropia de algunos tópicos del cine de terror (particularmente del
slasher) pero no los termina de abrazar del todo, y ahí está parte de su genio: tratar la violencia sin mostrarla explicitamente. Difícil de conseguir*, decidí subirla a
YouTube, donde puede verse en una calidad decente aunque sin subtítulos en castellano.
Bonus: Angst (1983), de Gerald Kargl
Hay tantas ideas visuales en esta película que es difícil creer que fue filmada hace más de tres décadas y no la semana pasada. No hay un solo plano convencional, y el uso recurrente de la
SnorriCam (o algún dispositivo similar) le otorgan una modernidad que aún hoy sorprende. Pero
Angst es mucho más que su parafernalia estética, porque todo está puesto al servicio de la intención de meterse en la mente de un asesino serial. Incluyendo el uso extraordinario de la voz en
off, generalmente disociada de lo que vemos, y la música electrónica de Schulze (que Michael Mann usaría parcialmente luego en
Manhunter). En el momento de su estreno fue prohibida en varios países, y durante años permaneció como una película maldita a la que sólo se podía acceder en dudosas copias en VHS. Uno de los principales entusiastas de este único largometraje de Kargl fue Gaspar Noé, que lo "homenajeó" sin tapujos en
Solo contra todos. Si
Angst no figura primera en la lista es porque recientes ediciones en Blu-ray la volvieron disponible para un público más amplio y comenzó a tener, al fin, el reconocimiento que siempre mereció. ■
* Actualización (16-06-2020). Unos años después de que publicara esta lista,
Star Time fue editada en Blu-ray por
Vinegar Syndrome.