El plano tramposo de Toy Story 3

El plano en cuestión de 'Toy Story 3'
Hay en Toy Story 3 un plano curioso. Un plano y un breve travelling, en realidad, que más que curiosos son tramposos. Están sobre el final de la película, así que quienes no la vieron -y tienen intenciones de hacerlo- no deberían leer los próximos párrafos.

Cuando los juguetes vuelven a casa luego de escapar de la muerte en el basural, entran a la habitación de Andy y se dividen en dos grupos: los que irán al ático, liderados por Buzz Lightyear, se meten en una caja; Woody, que irá a la Universidad, en otra. Ya entre los cartones, el cowboy ve una vieja foto de Andy y advierte que los juguetes no están hechos para una vitrina sino para que se juegue con ellos. Entonces sale de la caja para dejarle una nota a Andy en la que simula ser su madre y le recomienda donar los juguetes para que sigan vivos.

Se produce ahí un breve suspenso: parado sobre la caja, Woody escribe rápido para no ser visto, y cuando Andy -que, a un par de pasos, se estaba despidiendo del perro Buster- se da vuelta la cámara acompaña su movimiento y revela que ya no hay nadie. Es decir, Woody logró salir a tiempo y esconderse sin que lo vieran, aunque no sabemos dónde. Andy lee la nota, abre la caja y encuentra a Buzz y el resto, pero no se lo ve a vaquero. Mira a los juguetes, duda y le pregunta a su madre si realmente cree que debería donarlos. "Lo que vos quieras", le responde ella.

Corte y nos vamos al auto de Andy, que lleva la caja de los juguetes que iban a ir al ático a la casa de la pequeña Bonnie. El ahora adolescente baja del auto con la caja y cierra la puerta con la cadera. Cuando sale de cuadro la cámara hace un pequeño movimiento y se acerca a otra caja, la de la Universidad, que está en el asiento de atrás del coche. Corte y aparece un plano (el plano en cuestión, el que ilustra este post) desde adentro de la caja que, a través de uno de los agujeros que funcionan como manijas, muestra a Andy cuando cruza la calle. Una subjetiva de Woody, se puede pensar, recurso que ya se había utilizado en la película. Pero unos minutos después, cuando Andy le entrega todos los juguetes a Bonnie, vemos que el cowboy estaba en el fondo de la caja del ático, la que Andy bajó del auto, y no en la de la Universidad, que quedó en el asiento trasero.

Si Woody no estaba dentro de la caja, ¿qué fue aquel plano? ¿Un intento tramposo de generar tensión dramática? Una cosa es manipular al espectador, ocultarle cierta información hasta determinado momento en búsqueda de la sorpresa; y otra, muy distinta, es hacer trampa con información falsa. La película -nada extraordinario aunque un producto noble hasta ese momento- no necesitaba echar mano a recursos viciados. ■

Sobre el periodismo

'Bucarest 12.08', de Corneliu Porumboiu
Todo periodista que no sea demasiado estúpido o demasiado engreído para no advertir lo que entraña su actividad sabe que lo que hace es moralmente indefendible. El periodista es una especie de hombre de confianza, que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno. Lo mismo que la crédula viuda que un día se despierta para comprobar que se ha marchado el joven encantador con todos sus ahorros, el que accedió a ser entrevistado aprende su dura lección cuando aparece el artículo o el libro. Los periodistas justifican su traición de varias maneras según sus temperamentos. Los más pomposos hablan de libertad de expresión y dicen que "el público tiene derecho a saber"; los menos talentosos hablan sobre el arte y los más decentes murmuran algo sobre ganarse la vida.
Primer párrafo del libro El periodista y el asesino, de Janet Malcolm, editado en castellano en 1991 por Gedisa. La imagen pertenece a Bucarest 12.08 (2006), genial película del rumano Corneliu Porumboiu que, entre otras cosas, es una feroz mirada sobre el periodismo. ■

Mundo consumo


Desde la pantalla de la TV Pública, Diego Capusotto y Pedro Saborido son los críticos más inteligentes del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (y de este mundo que se masturba en un shopping, por supuesto). ■

Fue dicho (en la ficción)

Casper Van Dien en 'Invasion'
I'm from Buenos Aires, and I say kill 'em all!
Johnny Rico (Casper Van Dien) en Invasión (Starship Troopers, 1997), inteligente película de Paul Verhoeven que, a diferencia de otras invasiones de inminente reestreno, no necesita críticos cultos que la justifiquen sino espectadores atentos que la completen. ■

Celebración tardía

Con pena y sin gloria, consecuencia directa del estado de abandono en que se encuentra, hace unas semanas este blog cumplió tres años. A la espera de tiempos mejores, sirva al menos esta brevísima actualización para volver a recomendar una de las películas del año: El hombre de al lado, de Gastón Duprat y Mariano Cohn, que aquí ya se había elogiado hace casi un año, luego de su estreno en el Festival de Mar del Plata. ■