El 25 de mayo de 1977 se estrenó en Estados Unidos una de las películas más influyentes de la historia del cine: La guerra de las galaxias (Star Wars), tercer largometraje de George Lucas que cambió para siempre la forma de ver, hacer y comercializar el cine.
El 15 de mayo de 2005, a pocos días del estreno de Episodio III de la saga (La venganza de los Sith, última entrega de la segunda trilogía, sexta película que en realidad es la tercera, ¿me entiende?), Rodrigo Fresán publicó una nota en el suplemento Radar de Página/12 que ya desde el ingenioso título salía a buscar roña: El que te jedi. Con algunos argumentos sólidos y otros bastante endebles, Fresán se dedicó a destrozar a la saga y a Lucas.
Acierta al plantear que Star Wars trivializó el espacio exterior luego de películas como 2001: una odisea espacial (2001: A Space Odyssey, Stanley Kubrick, 1968) o Solaris (Solyaris, Andrei Tarkovski, 1972), con las que el cine de ciencia ficción había sacado chapa de serio y alegorizaba sobre los posibles destinos de la humanidad. La saga que comenzó Lucas es entretenimiento puro y duro, con mucha ficción y nada de ciencia. Una historia de acción y aventuras con un trasfondo político simplón que toma un poco de todos lados (la obra de J. R. R. Tolkien, la de Frank Herbert, los estudios de Joseph Campbell, la tradición Samurai y de los westerns).
Pero por otro lado sería necio negar los aportes técnicos de Lucas y su compañía, Light & Magic. Una de los más importantes -y menos conocidos- es el Dykstraflex, sistema de control de movimiento diseñado por John Dykstra para L&M que fue esencial en los travellings sobre las maquetas de la película, ya que permitía programar con precisión el recorrido de la cámara. Algo similar ocurrió con el perfeccionamiento del sistema de bluescreeen (pantalla azul), sin el cual el film hubiese sido imposible.
Todo esto viene a cuento de que en julio, tal vez por la proximidad de las vacaciones de invierno, el Centro Cultural Borges exhibirá las primeras cinco películas de la saga, desde la iniciática Star Wars hasta Episodio II - El ataque de los clones (Star Wars: Episode II - Attack of the Clones, 2002). Los detalles, aquí.
La gacetilla de prensa no aclara cuáles de todas las versiones se proyectarán. Porque bien conocida es la obsesión de Lucas por algunos detalles. En la primera película, por ejemplo, hay una escena en la que Han Solo (Harrison Ford) recibe el apriete de Greedo, uno de los hombres de Jawa, para que pague una deuda. En la versión original de 1977 Han saca su pistola y dispara primero por debajo de la mesa; en la estrenada en 1997 el primer en tirar es Greedo, lo que le quitaba al personaje de Ford su carácter westerniano; por último, la edición especial en DVD mostraba a los dos disparar al mismo tiempo.
Recuerdo la enorme fascinación que me generaba ver en la gigantesca pantalla del cine Gaumont a Luke Skywalker y los suyos en medio de furiosos enfrentamientos con sables láser. Tenía entonces siete años. La segunda parte de la trilogía, mal planteada desde el vamos, acarreó una desilusión profunda. Supongo que yo crecí y las películas no: seguían apuntando a un público promedio de doce años. Es por eso hoy me parece mucho más interesante la puesta experimental de THX 1138 (1970), aquel primer largo de Lucas. ■