The Host, el monstruo imperialista

Escena de The HostIntensa y reflexiva. Dramática y divertida. The Host (Gwoemul, 2006, tercer largometraje del coreano Bong Joon-ho) comienza con la apariencia de una versión más de las típicas películas de monstruos, una nueva copia berreta de la gran Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975). Pero inmediatamente se revela como mucho más, como un film atípico que transita varios géneros, que descoloca e incomoda, que por momentos parece ingenua e infantil pero que no deja nada librado al azar.

Póster de The Host
THE HOST (2006)
Título original: Gwoemul. Fecha de estreno: 27 de julio (Corea del Sur); 31 de mayo de 2007 (Argentina). País: Corea del Sur. Duración: 119 minutos. Dirección: Bong Joon-ho. Producción: Choi Yong-bae, Chung Jin-ki y Kim Woo-Taek. Guión: Baek Chul-hyun, Bong Joon-ho y Ha Won-jun. Fotografía: Kim Hyung-ku. Montaje: Kim Seon Min. Música: Lee Byung-woo. Elenco: Song Kang-ho (Park Gang-Du), Byeon Hie-bong (Park Hie-bong), Park Hae-il (Park Nam-il), Bae Du-na (Park Nam-Joo), Ko Ah-sung (Park Hyun-seo).

Un científico estadounidense (no es casual la nacionalidad) le ordena a uno de sus colaboradores que arroje al río Han, en Seúl, miles de litros de un líquido tóxico. Diez años después surge la bestia: primero los curiosos le tiran comida y luego huyen despavoridos, en una escena con alguna lejana reminiscencia a las escalinatas de Odessa de El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, Sergei Eisenstein, 1925). Otra vez: no hay casualidades en la referencia cinéfila.

A partir de aquí, un padre incapaz y su familia disfuncional despliegan imbecilidades y ocurrencias de todo tipo en búsqueda de la hija raptada por el monstruo. Un grupo de trabajadores víctimas de un sistema injusto (sí, The Host también es política, sobre todo después de los atentados del 11 de septiembre) que hará lo imposible, con más coraje que recursos, para encontrar a la pequeña. En medio, lo dicho: drama, comedia, suspenso, acción, terror. Joon-ho Bong suelta la piola de varias líneas argumentales, todas en distinto tono.

La escena final, la batalla decisiva con el deforme anfibio, puede adolecer de cierta grandilocuencia (la cámara lenta, los planos, la música), lo que bien mirado descascara el entretenimiento puro y duro para proponer la reflexión. Sólo hay que intentar ver más allá del aparente cliché.

Un gobierno que desinforma. Otro, extranjero e imperialista, que inventa pestes. Un drama familiar que se resuelve a medias. La aventura de una búsqueda frenética. Todo esto y mucho más es The Host, una película que no admite miradas ingenuas. ■

Edición en DVD. The Host fue vista por cerca de 13 millones de espectadores en Corea, pero aquí pasó casi desapercibida. La edición en DVD, lanzada recientemente, trae unos cuantos extras interesantes. Pero no creo que se consiga en demasiados videoclubes y comprarla, aunque vale la pena, no está al alcance de todos: en DVD Museum la ofrecen a casi 90 pesos.

> Actualización. Esta entrada fue parcialmente corregida en una fe de erratas posterior.

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